12 febrero 2006

Sentimientos

He visto el respeto en los ojos de los niños,
he visto el amor en el rostro de dos chicos,
he visto el honor en el corazón de algún valiente,
he visto memoria en la mirada de un anciano.

Mas no veo respeto en quien antaño llamé amigo,
no veo el amor en quien amé antes de morir,
no he visto el honor en quien llamara compañero,
renuncio a mi memoria si esto debo recordar.

El reloj sigue corriendo, implacable pasa el tiempo,
ayer perdí batallas que gané el año pasado,
hoy he perdido el rumbo que tan lejos me llevó
mas el recuerdo de un extraño me reconforta el corazón.

02 febrero 2006

Una pequeña reflexión

¿Cuánto valor tiene lo que hacemos en la vida? Quizás tan sólo tiene el valor que nosotros queramos darle, tanto si es mucho como si es poco. Quizás nada de lo que podamos hacer tiene ningún valor, y resulta de estúpidos actuar. Quizás, en cambio, tenga mucho valor, tanto que de no ser realizados, esos actos pueden torcer nuestra vida y la de otros a un sendero incierto, un camino oscuro sin felicidad.

Si nada tiene valor, ¿para qué actuar? pero en cambio, si nuestros actos pueden definir un punto de inflexión en la historia (la nuestra, la de nuestra familia, la de la misma humanidad), ¿no valdría la pena actuar?

Que las convicciones de cada cuál sean su guía. Habrá aquellos devotos que, arropados por su fe y su dios, creerán ciegamente que sólo un camino es el correcto entre los muchos que se le pueden abrir. Habrá en cambio, aquellos sin ninguna fe en nada, que vivirán sabiendo que su hacer o su no-hacer no habría cambiado nada. Y aquellos dudosos, que su fe en algo no es tan fuerte como para llevarlos adejarlo todo por sus principios, pero tienen miedo de no actuar por miedo a que tengan algo que perder, esos qué pueden hacer si no es dudar.

El pasado nos persigue. Los recuerdos, la memoria están siempre en nosotros y jamás nos libraremos de ello, por eso, saber que todo aquello que hemos hecho ha sido correcto es la mejor manera de poder mirar al futuro sin miedos, sin temores de verse perdido en un destino que no es el elegido, pues cada uno hace su propio camino al andar.

Que aquellos que, en lo más profundo de su ser, sepan que no han obrado mal vivan felices, pues no tienen nada que temer. A los otros, qué decirles sino que rediman sus pecados como mejor puedan para no convertirse en aquello que ellos odian.