Es extraño como me siento, y al hacerlo me siento extrañar,
pues, si carezco de sentimiento, ¿por qué me habría de preocupar
de los extraños sentimientos que sientan los demás?
¿Son extraños a mis sentidos o son sentidos por mi extraños?
Ni se lo que digo ni lo quiero saber, no lo quiero entender porque no lo entiendo.
Si cruzo mis palabras parece que miento.
Si las descruzo parece que no digo la verdad.
¿Por qué no puedo dejar de escribir si este poema no tiene principio ni fin?
Si sigo escribiendo memeces es para que mi mano no escriba sola,
pues hay una estrofa intrusa, que mi mano cual traidora,
sin saber cual es su musa, quiere introducir en mi historia:
"Con sentido o sin sentido fui consentido en mi niñez,
mas, ahora que la miro, y no la puedo tener,
cambiaría mis caprichos, todo aquello que una vez deseé
porque me mirara como soy, no con quien estoy, no pido más, solo una vez."
Ha sucedido. Se ha escapado. Que llamen a los cuidadores.
¡No quiero sentir! Lo siento, y como no siento no lo siento.
Es extraño extrañarme de una extrañeza tan extraña.
"Comenzaremos inicialmente, como es natural, por el principio", decía Aristóteles.
He aquí que las dos partes son igual, por eso no hay ni principio ni final.
¿Es lo primero el principio y lo último el final, o es lo primero el final y lo último el principio?
Enviado por Lucas vía correo electrónico. Gracias por colaborar
